Muy abajo en Castelforte
Muy abajo en Castelforte “Los túneles llegan hasta la estación de Adrogué”. “No, llegan hasta la iglesia San Gabriel”. “No, uno va a la estación y otro hasta la iglesia…”. “Usaban los túneles para refugiarse durante los malones”. “No, los construyeron para las reuniones de una sociedad secreta…”. La primera vez que oyó rumores sobre los túneles del castillo de los Canale –más adelante supo que la fabulosa propiedad se llamaba Castelforte– estaba en la escuela primaria, en la década de 1980, años antes de Internet y todavía más años antes de las redes sociales: no era tan sencillo, y menos para un chico de unos diez años, investigar hasta dar con información precisa. De todos modos, esa vaguedad contribuía al aura mítica de los túneles. En su imaginación, que saboreaba el misterio, extraños túneles partiendo de una construcción antigua en forma de castillo eran recintos mágicos, ideales para generarle una combinación de agrado e inquietud cada vez que los oía men